07 octubre 2010

Unos cálculos y unas lecturas



Por Alberto Baeza Flores (Segunda Parte)


Harrison Schmitt, ex astronauta de la Serie Apolo, declaró a la UPI, el 31 de octubre de 1984, que los soviéticos esperaban estar en Marte en 1992, para conmemorar el 75 aniversario de la Revolución Bolchevique, y James Beggs, de la NASA, en la misma fecha, advertía que los norteamericanos estrenarían su base lunar dentro de veinticinco anos y que el asentamiento norteamericano en Marte sería en el año 2020.

Este “Urbi et Orbi” del poeta Juan Carlos Mieses, Premio Siboney 1983 ¿Como será leído desde una base en Marte? Ya no será el Marte de las “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury. Será otro Marte y será necesario, en las horas de tranquilidad y recuperación interior, leer poesía. La poesía es un testimonio; una manera de conocer las identificaciones, los viajes y las transferencias de los sueños; y un abrir nuevas puertas a lo desconocido o a lo conocido, pero visto desde otra manera, que lo cambia, que lo transforma, que lo recrea.

Por ejemplo esta imagen del que descansa sobre un banco en la Plazoleta de la Catedral Primada de América y que ha dibujado Evelyne Grimaud-Mieses y que esta en Pág. 34 de “Urbi et Orbi” (“Junios de mariposas / Y ancianos en el parque y la nostalgia”).

Esta “Cuidad de Siempre” Tiene calles de flautas y campanas/Que atesoran la infancia”. Esta cuidad está “En las naufragas lilas del Ozama,/Y en tus ojos”. (34). El poeta ha mirado, desde tanta distancia, el mar dominicano. Santo Domingo, como la Habana, es una capital con mar. Y esta presencia es una maravilla. El mar dominicano, evocado desde Paris o desde una base en el planeta Marte, suena, de pronto, a maravilla. Está todo su contorno mágico y telúrico, de sueño y destino. “El mar se torna oscuro,/Nace la noche en sus entrañas”.

Vuelve a ser el mar de Ulises y el mar de Prometeo. “Y ese rumor de siglos en las olas/Se vuelve una canción de soledades./ La blanca Luna surge para mirar el mundo/Detrás de las palmeras/Y solo mira el mar en las aceras/El mar de las gaviotas/Yen los verdes senderos de la espuma”.



Hemos ido, en este viaje de la imaginación y de la poesía –cuando la imaginación se hace poesía- a escuchar el libro de este poeta dominicano del Premio Siboney 1983. Estamos en el humanismo del Tercer Milenio. Hemos dejado atrás el siglo – estas ultimas décadas del XX- en el que fue escrito este libro “Urbi et Orbi”.

Este día de ensoñación y de recuerdos en la Base Marciana, el Cronista de la última expedición escucha el libro de Juan Carlos Mieses. ¿Qué es esto de esta muerte eterna hecha de eternidades de que habla Franklin Mieses Burgos, el poeta al que cita Juan Carlos Mieses? ¿Es esta eternidad de los espacios o la eternidad de lo que ha sido dejado en el planeta Tierra, en el escenario del Caribe donde hay una ciudad que mira al mar y que fue llamada Ciudad Primada de America?

El Cronista de la Base en Marte comprende ahora a este poeta Juan Carlos Mieses y piensa que lo que escribió, frente a su libro “Urbi et Orbi” lo escribió también para él, -cronista de esta expedición que se ha instalado en el planeta de las arenas de tanta fantasía:

Escribir un libro es sólo el comienzo de una aventura que habrá de repetirse, de manera personal y misteriosa, en cada lector. Lo que una vez fue inefable intimidad, es ahora compartido secreto. Lo que fue mío, es ahora nuestro. Las palabras, que hacen posible el precario roce de nuestras soledades, nos unirán por un instante. Espero que conozcas, al leer estos poemas, el agrado que disfruté al escribirlos, y que algún verso encuentre la dicha de escapar de tu olvido”.




Al cronista de la expedición última a Marte le hubiera gustado conocer a este poeta de 1983, pero ¿Cómo? ¿Ha cambiado tanto la poesía en 2083? Al cronista de la expedición a Marte le parece que siempre la poesía es obra de un ser humano, de sus circunstancias y sus problemas.

Aunque las computadoras ayuden al poeta –porque el Cronista a esta expedición a Marte es, también un poeta- siempre hay algo que escapa a “la inspiración” de la electrónica, a la sensibilidad de la cibernética. Esto es hermoso –dice para sí el Cronista de la base marciana en 2083-: “El infinito instante de la nada”. Siempre se trata de “Otro comienzo”. Y esa espada de luz que “abre las aguas bajo las aguas” conoce “las ciudades dormidas en la arena”. Y le parece que lo que ha escrito el poeta Juan Carlos Mieses lo ha escrito para mucho más adelante:

Nada te pertenece,
Pero ni un solo instante
El universo ha dejado de ser tuyo.
El agua
El sueño
Los dormidos metales
El repetido mar y los planetas
Están en ti
Todo te pertenece
.

Y el Cronista, desde el anochecer marciano, sabe que todo eso es verdad y que en este 2083 todo esto del poeta de un siglo atrás ha sido escrito como para este día, porque el hombre, el ser humano, continúa siendo un universo que intenta acompañar su soledad, con la poesía o con los descubrimientos en las galaxias más lejanas.

Cartas de España. Publicado originalmente el sábado 11 de julio de 1987, en Isla Abierta, suplemento de HOY

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