Ensayo crítico de Manuel Mora Serrano
He hecho una primera lectura de El día de todos de Juan Carlos Mieses (Alfaguara, abril 2009, Santo Domingo) y he quedado gratamente impresionado del dominio técnico, del buen uso del idioma por parte del autor y hasta de la excelente edición, que nos indica que los libros bien hechos no son una exclusividad foránea porque fue impresa en Serigraf, S. A., en la provincia Santo Domingo Este.
No es una novela sencilla a pesar de su corta extensión (168 pp., en 6 por 9) sino más bien muy compleja. La divide en 6 partes en las cuales va barajando los diversos planos y las acciones de los personajes. No es una obra lineal (aunque se diga que en el fondo toda novela es lineal en la concepción de su autor y luego para el lector cuando logre desmontar sus elementos), pero más que eso, siendo los protagonistas los pueblos que conviven en la única isla que en América comparten dos repúblicas independientes y con idiomas diferentes, se nos ofrece más como la típica novela de tesis.
Quiero aclarar este punto. Los muy buenos novelistas haitianos, incluyendo la joven de “La cosecha de huesos”, tratan frontalmente el problema dominico-haitiano fundamentados en el rencor por la matanza del 37 y por la supuesta esclavitud o maltrato en los ingenios azucareros. Aunque exista entre muchos dominicanos un complejo de culpa por los actos vandálicos de Trujillo y sus tropas, en la historia de las dos patrias antillanas hay grandes tragedias que van desde fusilamientos masivos continuando con la guerra racial iniciada por la liberación del Oeste, hasta 22 años de ocupación física de la parte Este y las continuas guerras hasta al Restauración.
Sin embargo, Juan Carlos Mieses utilizando como recurso narrativo al autor omnisciente, es decir a alguien que conoce creole, francés y español que nos va contando las peripecias, nos mantiene en vilo desde el segundo capítulo con las acciones de unos personajes un poco misteriosos. Aquí se impone una reflexión.
Juan Carlos es un escritor de hoy, y por eso utiliza todos los recursos de los novelistas contemporáneos incluyendo los del cine con los flash-back continuos y los cortes de escenas, amén de no usar la raya para los diálogos, algo que me interesó mucho porque personalmente los odio y nunca los uso. No sé desde cuándo trabaja los materiales de su novela, pero nos sugiere que estudió o conoció a fondo el vudú y las creencias ancestrales del pueblo haitiano. Por primera vez en la novelística dominicana asistimos al despliegue de estos conocimientos y a su aplicación directa. En ensayos históricos diversos o relatos de viajes y hasta en poesía, si recordamos décimas de Juan Antonio Alix o el poema “Yelidá” de Tomás Hernández Franco, ya habíamos tenido oportunidad de observar como habitantes del Este, lo que se piensa y se dice en el Oeste.
Ya habíamos dicho que los novelistas haitianos tenían “sus ideas” de la parte Este y de sus habitantes. Empero, es importante hacer estos señalamientos:
A) El surgimiento de un estado independiente en el Oeste fue parte de la cerrazón religiosa frente al comercio de los habitantes de esa parte de la isla con protestantes holandeses y de otras nacionalidades. Haití no existiría sin la Santa Inquisición y la intransigencia católica. Eso es lo fundamental. La Iglesia Católica es la gran culpable de que haya dos estados. Pero nadie la culpa, porque ella no se equivoca, aunque viva equivocándose. Desde ese momentos los fundamentalismos religiosos nos dividieron y aunque Francia era católica y los esclavos encontraron en su imaginería motivos para metamorfosear sus creencias haciéndole creer a los cristianos que adoraban sus iconos, mantuvieron sus creencias en sus dioses o luases particulares. Así surgió una religión sin papas ni centros, pero que los ha unido y mantenido unidos a través de todos los avatares, al mismo tiempo que crearon una lengua propia. De modo que estos negros tienen una personalidad cultural que no poseen los del Este y que les ha permitido, a pesar del alto grado de analfabetismo, una literatura auténticamente nacional.
B) Por su parte esos esclavos liberados primero que todos los demás pueblos de América Latina, al nacer el siglo XIX, cometieron desafueros porque también fueron fundamentalistas de raza: Odiaban, con justa razón, al blanco. Sin embargo, gracias a los mulatos educados en Francia y a que aquella potencia siempre atrae a quienes hablan su lengua y los considera propios, sobrevivieron a pesar de imperios de oropeles con desplantes napoleónicos, tuvieron la visión de ocupar la parte oriental para evitar que se repitiera en la isla lo que pasaba en la Península con las guerras franco-españolas.
A pesar de esas risibles y ridículas poses aristocráticas con imperios de fantasía, la parte occidental prosperó y su capital se convirtió durante muchos años en la gran ciudad isleña y los habitantes del este continuaron comerciando y viajando a esa gran metrópolis donde se encontraban cosas francesas, muy diferente a la aldeana Santo Domingo dormida en sus blasones, desgarrada por guerras intestinas.
Nunca los de la parte Este pensaron invadir a la parte Oeste cuando aquella fue más pujante. Las guerras contra las civilizaciones solo ocurren por descuidos de las más prósperas o por efecto de la corrupción, como sucedió con el imperio Romano.
Sin embargo, es un hecho que la mayor parte de las guerras las provoca el hambre. Hoy en día asistimos boquiabiertos a un hecho increíble: Los negros africanos que ya no son perseguidos por los colonizadores, que no son sometidos a una esclavitud, han despertado y han visto que se han quedado fuera de la civilización, de la modernidad, de la oportunidad de una vida digna a imitación de los que le colonizaron y voluntariamente arriesgan ahora su vida para ir a venderse como esclavos a las sociedades europeas blancas, y éstas, que ayer azotaban las costas y las selvas, que tenían factorías para ese comercio innoble e inmundo, a esas manos que van para que les pongan grillos, que le den trabajo dignos, los devuelven a sus lares.
C) ¿Qué es lo que realmente ha sucedido en la isla Española? De pronto la parte Este ha progresado. Santo Domingo se ha convertido en una metrópolis, hay comercio floreciente y han industrias, hay comida, hay trabajo, hay construcciones, hay carreteras y caminos. Mientras tanto, la rica colonia de Saint Domingue, la más próspera de Francia, orgullo del imperio y luego a su vez, imperio y república, cuya gente vivía mejor que la del Este, se fue degradando. Se comieron los pájaros, cortaron los árboles y mataron los ríos. Contrario a lo que se dice en la novela, los ríos no corren del Oeste hacia el Este sino todo lo contrario en el caso del Artibonito que es el gran río, padre del Oeste. Cierto que hubo muchos occidentales que tuvieron posesiones lícitas a lo largo de la frontera que fueron expropiadas y ellos expulsados. Eso es lo que se llamó “la dominicanización de la frontera”. Hubo injusticias, si los miramos con ojos de legalidades.
Pues bien, este pequeño rodeo es para llegar a la novela. Sin conocer estos avatares históricos, un lector cualquiera estaría un poco perdido. El autor los da por conocidos.
En la novela ocurren crímenes terribles y hechos no históricos, pero que pudieron ocurrir, como la toma de la Basílica de Higüey. Es un episodio oscuro, no bien explicado por el autor, pero que da pie a una guerra religiosa. A la misma que dio origen a los pueblos y que ahora se los da para la separación. Ellos, animistas; estos, cristianos.
Aquellos dirigidos por un mesiánico tullido, éstos por un cardenal y un general, por los que se asientan en un vacío que llenan de recuerdos heroicos y de frases vacías.
Los posibles invasores, los que marchan a la tierra prometida, los que vienen a la supuesta arcadia donde sobra todo, donde hay agua, comida, verdor, abundancia, progreso, tecnología, todo lo que ahora no se tiene, vienen armados de su fe, marchan a la muerte buscando el día de todos. La confrontación no se narra, porque aún no existe, pero si no hay una nivelación, si la parte del Oeste no consigue superarse por sus medios, algo difícil, ya que han asolado casi todo, no se resignarán a morir de hambre mientras a su lado hay comida y verdor a costa de lo que sea, eso ya no cuenta, lo que cuentan, son los hechos, las realidades.
Eso es lo que realmente plantea esta novela. Por eso no nos quedan personajes, todos ellos no son más que parte de un engranaje mayor. Matan, torturan, asesinan a mansalva, sin saber por qué, porque alguien los manda, porque hay un ser, unos seres superiores que lo ordenan: los estómagos que rugen, las rutinas burguesas, la paz aparente y el paisaje apacible.
Como novela El día de todos tiene momentos hermosos, líricos, pasajes que ponen a pensar y meditar profundamente en el drama de la división de la isla, pero en el fondo es una gran metáfora que muestra, la fe absoluta, la creencia firme de los habitantes del Oeste y la gran máscara hipócrita de un cristianismo de capa caída, repetidor de clisés.
Hay otra metáfora dentro de la metáfora mayor en la imagen del gran mapa electrónico del ejército del Este, azul y rojo como la bandera francesa original que fue dividida en cuarteles con una cruz blanca en el medio, que constituye un ejercicio de conocimiento de la historia y una visión del futuro.
En el fondo nos queda la idea de que esto no puede seguir así. De algún modo debemos ayudar a que el ayuno del Oeste no se prolongue más, porque si eso sucede, la invasión para el pillaje, el viaje a la tierra prometida, no estará muy lejos y las niñas haitianas muertas de hambre junto a las abuelas desdentadas mirarán pasar las legiones, mientras de este lado de los ríos y las carreteras, los que ya están adentro, estarán como en la Basílica esperando órdenes, mientras los enfrentan junto a sus curas, los del Este.
Sin duda alguna es una novela apocalíptica. Amarga. Dolorosa. No está hecha para el deleite, no pretende deleitar sino hacernos pensar, y creo que lo logra.
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No he leido la novela, ya habrá tiempo para ello. Dos cosas: Alimentando la paranoia sólo conseguiremos crear "la asociación dominicana del rifle"... es decir, que paranoia lleva a rechazo, rechazo lleva a agresión y agresión a violencia sin más...
ResponderEliminarPor otra parte, cuando unos empresarios (millonarios) se plantean construír una mastodóntica cementeran en una zona forestal protegida (Los Haitises), no se dice de ellos que vayan a deforestar; pero cuandoun haitiano pobre corta algunas ramas para cocerse unos plátanos para comer, puede que hasta le maten....
Por favor, nos nos vayamos a los extremos; "sentido y sensibilidad" que no nos falte. Hay que apoyar todo proyecto que ayude a haiti a salir adelante, no generar más paranoia. Gracias.
El texto que acabo de leer, más que una crítica seria es una descarga xenófoba. No aporta para nada a des-colonización de Latinoamérica.
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