Ruth herrera entrevista a Juan Carlos Mieses - Segunda parte
La realidad domínico-haitiana es del todo tangible, así como los problemas y retos envueltos en esta vinculación de los dos países. En tu novela, ¿dónde termina la ficción? En concreto para un lector dominicano, ¿aporta esta lectura una visión diferente de la realidad? ¿Lo intentaste?
No he intentado desarrollar, al menos en forma conciente, ninguna tesis política o sociológica en mi novela. Es normal que el lector descubra sus propias ideas, temores o sueños en una narración que sucede en su territorio vital y que encuentren líneas paralelas, tangenciales o perpendiculares entre esta novela y la realidad. Eso no significa que se trate de una tesis del autor, sino de un resultado inevitable cuando uno trabaja con materiales comunes, compartidos por otros en la historia y en la geografía. Posiblemente las escenas de violencia en la basílica de Higüey tendrán un mayor impacto en el lector criollo que en los demás.
Los tambores de la cultura haitiana, si no enfrentados, mejor trazando líneas paralelas a la oración silenciosa de los cristianos dominicanos. Dos mundos, dos naciones, dos visiones. ¿Tu apuesta se encamina hacia la convivencia, hacia el conflicto o hacia la dispersión? Dime primero como escritor.
Los símbolos nos rodean, nos definen y nos sirven para delimitar toda clase de límites; los tambores en este caso son puertas a un mundo mágico; al igual que los hombres, los dioses hablan lenguas diferentes; Allah usa la voz humana, Jehová la del bronce, Damballah la del cuero y la madera. Por otra parte, como no tenía la menor idea de cual era la solución del conflicto ― me refiero al de la novela ― un final que reflejara la incapacidad general de encontrar una simple solución al complejísimo problema de convivencia entre dos pueblos me pareció adecuado, así que opté por otras soluciones; por ejemplo, cada personaje llega a la conclusión lógica de sus propias acciones.
Y sin embargo, no puede decirse que “los malos” están de este lado y “los buenos” del otro. No es una novela maniquea, no estamos en las antípodas. ¿Por qué es tan difícil asimilar relaciones bilaterales con la necesaria complejidad? ¿Los estereotipos e ideas preconcebidas o esquemáticas pueden contaminar el disfrute de una obra de ficción?
Algunos lectores estarán más o menos inclinados que otros a disfrutar de una fantasía si ésta les recuerda algo importante para ellos o si no logran desligar lo real de lo imaginario. Así como la realidad se inmiscuye en la creación, la de los hechos y la de los prejuicios, también se inmiscuye en la lectura. Contra los prejuicios el escritor tiene el escudo de su ética personal y profesional, pero la lectura también pone a prueba nuestros propios valores éticos y nuestra capacidad de abstracción. Eso es asunto de cada uno. En cuanto a las relaciones bilaterales, como eso no entra dentro del ámbito literario prefiero dejarle ese tema a los especialistas y a los diplomáticos.
¿Esta novela es un grito de alerta, la concreción de una pesadilla (para algunos), un retrato de las víctimas, la denuncia de la indiferencia…?
Para mí es un reto de creatividad, un rompecabezas de situaciones, de caracteres y de destinos enfrentados a soluciones de orden técnico y a métodos que hay que reinventar para encontrar el camino hacia una síntesis final dentro de un ambiente dramático. Para el lector es una aventura diferente que se desarrolla en su interior echando mano a sus instintos, a sus ideas, a sus fantasmas, sus convicciones políticas o éticas. A cada lector toca rescribir el libro de una manera que será siempre diferente a mis intensiones o a mis pretensiones.
¿Hasta qué punto se manipula, y quiénes, la relación entre dominicanos y haitianos?
Imagino que ya no estamos conversando de la novela, sino de la realidad política. La manipulación siempre ha estado presente aquí y en todas partes. Antes y ahora. Para poder manipular la opinión pública hay que tener no solo la intención y el interés de hacerlo sino los medios para lograrlo. La mano de obra barata e indefensa es una mina de oro para la industria de la construcción y la agrícola o para mantener los salarios de todos los trabajadores a su nivel más bajo. Además, la amenaza de un enemigo externo es un recurso perfecto para incentivar el nacionalismo y asustar a la población. El truco del cuco siempre ha funcionado con los niños y con las sociedades que no han tomado conciencia de su destino, que no se han puesto de acuerdo en un plan colectivo y de largo plazo, que no han decidido cual debe ser la meta común y como deben lograrla. Busque usted quienes se han beneficiado en el pasado y quienes se benefician, de ambos lados de la frontera, en el presente y el pasado, con la inmigración haitiana y descubrirá quienes tienen interés en manipular esas relaciones.
La resolución de su novela se encamina por vías tradicionales, puestas en práctica en el pasado. ¿Es que no hay otras opciones, ni tratándose de una novela?
No intenté proponer una solución porque cualquier solución sería inaceptable en el contexto de la novela y entraría en un ámbito político en el que no deseaba colocarme. Aunque estoy conciente de que no siempre los más brillantes o los más capacitados son los que deciden el destino de los pueblos, sé que hay en nuestro país mucha gente con la capacitad necesaria para hacer proposiciones de ese tipo.
Un poeta laureado pasa a la narrativa de largo aliento. ¿Significa una búsqueda de nuevos canales de expresión, de otros públicos, o de formas más adecuadas para lo que tienes que contar?
A veces he querido escribir un cuento y me ha salido un poema como me sucedió con “Flagellum Dei”. Otras he comenzado una carta y he terminado con un cuento como pasó con “Ay Rosalía”. La novela es un género que permite una libertad diferente a la de la poesía. Mis novelas, hablo en plural porque escribiré otras, siempre han estado en mí, las he estado construyendo a lo largo de mi vida mientras hacía otras cosas. Creo que a todos, escritores o no, nos pasa lo mismo y arrastramos algunos proyectos hasta que llega un momento en que las condiciones espirituales, técnicas, de tiempo o de oportunidad nos permiten realizarlos.
Tú ha hecho vida, y vida literaria, fuera de la isla. ¿Qué ventajas o desventajas tiene la distancia?
Vivir en el extranjero aunque disfrutes de privilegios es siempre una forma de exilio y el exilio te permite repensar tu vida y tu país bajo una óptica desapasionada, ver el bosque desde una montaña, ver la tierra desde el suelo lunar, verte a ti mismo desde afuera. Te da una libertad de pensamiento que a menudo, en un ambiente de opinión más uniforme, no puedes acceder. Te cura muchos prejuicios y te pone en contacto con puntos de vista diametralmente opuestos a los tuyos. Te obliga a mirar dentro de ti con tus propios ojos y no con los ojos de los demás, pues en el extranjero eres como invisible y si quieres existir debes descubrir, hurgar en sus propias entrañas hasta dejar traslucir tu yo íntimo y verdadero.
Dijo Susan Sontag que “la poesía debe ser exacta, intensa, concreta, significante, rítmica, formal, compleja”. ¿Compartes estos calificativos? ¿Cuáles serían los tuyos?
Los críticos y los ensayistas proponen ideas inteligentes a las cosas que el común de los mortales no comprendemos. Soy incapaz de dar una definición aceptable de la poesía. La conozco por haber convivido a su lado por mucho tiempo, pero siempre me ha dejado perplejo su espíritu travieso, su imprevisibilidad, su capacidad de sorprender. Como el amor de “La Habanera”, la poesía es ave inquieta que no se deja domesticar, una bella y peligrosa criatura silvestre que a veces te muerde como hacen los gatos para demostrar su afección. Susan Sontag era una mujer excepcional, culta e perspicaz y cuando uno posee una mente analítica, una sensibilidad y una erudición como la de ella es difícil no tratar de definir lo indefinible. A la parte intelectual, racional del hombre le resulta difícil aceptar el carácter silvestre de algunas cosas. Quizás la poesía es todo lo que ella dice, pero creo que nunca será sólo eso y siempre será más que eso.
¿Cuál es la ambición de tu vida?
Pienso que llevar a término mis proyectos sería importante para mí. Si imaginamos la vida como un libro, sería como llegar a la última página y rememorar el libro entero, con sus erratas, sus capítulos truncos o mal terminados, sus mejores párrafos, sus momentos sin relieve, sus escenas grotescas, emotivas, vergonzosas, las que me enorgullecieron o me salvaron de la perdición y ver en esa última línea el significado final que le proporcione sentido y armonía al conjunto. Tal vez sea una ambición desmesurada, pero creo que hay que darle libertad a los sueños.
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