01 abril 2009
La Historia, ¿memoria colectiva?
Pensar que la Historia es la memoria colectiva de los pueblos resulta sin duda una idea reconfortante. Sospecho, sin embargo, que tal afirmación representa un pecado de cívica ingenuidad o que trasluce cierta incapacidad de aprehender el pasado dentro de parámetros de un sistema de representación que no sea políticamente correcto.
Si la afirmación es verdadera, me digo, en un desgarrador dialogo interno, entonces quizá los pueblos sufren de Alzheimer, una parte de nuestros hombres públicos están aquejados de mitomanía y algunos historiadores han tratado, acaso, de convertir lo que debería ser una rama del conocimiento científico en un género de literatura de ficción.
El corolario luce descorazonador, lo confieso, aún así el calificativo no lo invalida. La frase introduce varios conceptos de carácter general y supone, lo que a menudo es un error, para no decir una falacia informal, que el interlocutor comparte la definición de los términos.
Pongamos en duda por un momento las definiciones y preguntémonos qué es la Historia en tanto que certeza. ¿Lo que ha pasado o lo que que creemos que ha pasado? ¿Lo que nos dijeron que ha pasado o lo que ha pasado realmente? Cierta dosis de duda me luce razonable.
Basta pensar en algún acontecimiento reciente, y en la usual opacidad que por lo regular impide su total comprensión, para darnos cuenta de la falta de trasparencia de la crónica, de la conspiración de los silencios o de las versiones que lo deforman y lo desnaturalizan a tal grado que resulta imposible entenderlo en su totalidad.
Los ejemplos no faltan. Podemos citar el incidente de Palma Sola, los últimos segundos del coronel de Abril, o cualquiera de las tantas malversaciones de los futuros próceres republicanos que nos han gobernado en los últimos años.
Mi antigua maestra de Historia Patria nos contaba cómo habíamos conquistado la Libertad gracias a la Independencia, cómo la Anexión había sido la obra ingrata de un solo individuo y cómo la Restauración (ella decía entre suspiros: gesta restauradora) forjó un futuro de dignidad y de justicia para el pueblo dominicano.
En aquel tiempo de temprana candidez, las afirmaciones de la maestra parecían evidentes; desprendían un innegable perfume de certidumbre, de sentido común, como cuando vemos el sol recorrer la cúpula del cielo y su imposible órbita nos luce tan evidente que casi nos convencemos de la justeza de la ortodoxia renacentista, a tal punto que con natural inquietud nos preguntamos: ¿Se había equivocado Galileo?
Al recordar las palabras de mi maestra, invade mi espíritu la imagen de esos hombres y de esas mujeres, que momentos antes de abandonar sus vidas al azar de las corrientes marinas para zarpar en busca de un futuro que su patria les veda, echan una mirada de desolación a un litoral que debía ser refugio, promesa y no rechazo, e imagino que se preguntan a su vez: ¿Cuál libertad? ¿Cuál dignidad? ¿Cuál mañana? ¿Cuál justicia?
Se puede entender, si olvidamos por un instante toda exigencia ética por supuesto, que los miembros de una casta o de una clase heredera del poder quieran retocar el retrato de la historia, pero siempre será inaceptable que los intelectuales sean los cómplices de tal artificio. Para que la Historia sea la memoria colectiva de los pueblos, esa memoria debe corresponder, primero y ante todo, a una realidad. Hay quienes piensan que las sociedades son como los niños de corta edad y que precisan más de fábulas consoladoras que de evidencias. Entiendo que para algunos una sociedad formada por hombres y mujeres difíciles de embaucar constituya una verdadera pesadilla. Las verdades tienen el inconveniente de despertar las conciencias, de formar ciudadanos capaces de descubrir las mentiras detrás de las apariencias y en última instancia pueden crear un hombre capaz de denunciar los artificios del poder.
Después de todo, indolencia y servidumbre son enfermedades de la ignorancia y de la opresión, no de la libertad.
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Totalmente identificada con tu artículo, estoy convencida de que la historia es manipulada desde el momento mismo en que acontecen los hechos, es decir, antes de ser historia.
ResponderEliminarEn este sentido acabo de tener una experiencia que me llenó de inconformidad e impotencia.
Imagina salir de una conferencia y horas despues ver que en internet, sale la información de la misma y que se ha manipulado todo con relación a importantes declaraciones, sin importar que con esto queda comprometida la buena imagen de personas que han muerto.
Kenia